Recuerdo que cada número era todo un acontecimiento. Un motivo de celebración. Una fiesta. No había nadie que lo igualara. Era el mejor. The Best. Hablo de John Byrne, of course.
Pero si encima su firma iba asociada a esta colección, el mejor cómic del mundo, eso, eso era la repera, oye. Hablo de Los 4 Fantásticos, claro. ¡Los 4 Efe de Byrne eran la leche!
Por eso cada mes, puntualmente, bajaba a la papelería que había bajo la casa de mis padres a por ellos. En apenas dos minutos, y casi por arte de magia, desaparecían mis ahorros de toda una larga semana. Porque no solo caía en la buchaca este título, Los 4 Efe, también caían alguno que otro más que tampoco estaba nada mal: el Daredevil de Frank Miller o La Patrulla X de quien fuera -fuera Cockrum, Romita Jr. o Paul Smith-.
Precisamente fue en esta última serie donde descubrí a Byrne y... ¡¡flipé!! Parafraseando a mi hija la pequeña "se convirtió en mi dibujante de cómics favorito". A diferencia de ella, casi treinta y cinco años después lo sigue siendo y ella cambia de película favorita cada vez que va al cine.
Volviendo a la idea principal, lo que estaba haciendo Byrne en Fantastic Four era realmente increíble y revolucionador. Desde que tomara sus riendas en el FF#232 USA, eso sí, se veía que había algo distinto, maquillado con un dibujo preciosista y que entraba por los ojos -¡por dónde si no!-. Y las historias estaban perfectamente hilvanadas, continuándose unas con otras hasta incluso después de su marcha en FF#292 USA. De hecho, es considerado el mejor trabajo de Byrne como autor completo y, con permiso de Jack Kirby y Stan Lee, uno de los momentos más álgidos e importantes de la serie. Aunque de eso no nos dábamos cuenta entonces...
Sería un fin de semana de octubre de 1985, primero tras las vacaciones de verano, cuando bajé a la papelería y aluciné en colores con el número de Los 4 Efe de ese mes. Se trataba del número 34 de Forum. La portada del tebeo estaba del revés y ¡¡¡todo el puñetero cómic!!! ¡Qué ida de olla!
A pesar de que los ahorros de toda la semana se habían volatizado en segundos, no ya en minutos, y que parte de los de la siguiente estaban ya hipotecados, volví a casa con una amplia sonrisa. ¡Menudo botín! Me había dejado hasta la última peseta en este cómic del revés de los FF, sí, pero además volvía con el número 6 de Alpha Flight -¡también dibujado con Byrne!-, un número del Daredevil de Mazzucchelli post Miller, una nueva entrega de La Masa, perdida en La Encrucijada -aunque en la portada salía una Hulka fatalmente dibujada-, un número de La Patrulla X de Cockrum tras la marcha de Byrne de la colección (snif!), el número 5 de Secret Wars (Zeck molaba también un güevo), un número de Spiderman (¿por qué seguía comprando la colección?) y, por último, uno de Thor con un Walt Simonsson que también estaba haciendo cosas muy chulas y muy rarunas.
Solo por todo esto, merecía la vuelta de las vacaciones... O al menos eso creía entonces este chaval con treinta y cinco años menos.
Por eso cada mes, puntualmente, bajaba a la papelería que había bajo la casa de mis padres a por ellos. En apenas dos minutos, y casi por arte de magia, desaparecían mis ahorros de toda una larga semana. Porque no solo caía en la buchaca este título, Los 4 Efe, también caían alguno que otro más que tampoco estaba nada mal: el Daredevil de Frank Miller o La Patrulla X de quien fuera -fuera Cockrum, Romita Jr. o Paul Smith-.
Precisamente fue en esta última serie donde descubrí a Byrne y... ¡¡flipé!! Parafraseando a mi hija la pequeña "se convirtió en mi dibujante de cómics favorito". A diferencia de ella, casi treinta y cinco años después lo sigue siendo y ella cambia de película favorita cada vez que va al cine.
Volviendo a la idea principal, lo que estaba haciendo Byrne en Fantastic Four era realmente increíble y revolucionador. Desde que tomara sus riendas en el FF#232 USA, eso sí, se veía que había algo distinto, maquillado con un dibujo preciosista y que entraba por los ojos -¡por dónde si no!-. Y las historias estaban perfectamente hilvanadas, continuándose unas con otras hasta incluso después de su marcha en FF#292 USA. De hecho, es considerado el mejor trabajo de Byrne como autor completo y, con permiso de Jack Kirby y Stan Lee, uno de los momentos más álgidos e importantes de la serie. Aunque de eso no nos dábamos cuenta entonces...
Sería un fin de semana de octubre de 1985, primero tras las vacaciones de verano, cuando bajé a la papelería y aluciné en colores con el número de Los 4 Efe de ese mes. Se trataba del número 34 de Forum. La portada del tebeo estaba del revés y ¡¡¡todo el puñetero cómic!!! ¡Qué ida de olla!
A pesar de que los ahorros de toda la semana se habían volatizado en segundos, no ya en minutos, y que parte de los de la siguiente estaban ya hipotecados, volví a casa con una amplia sonrisa. ¡Menudo botín! Me había dejado hasta la última peseta en este cómic del revés de los FF, sí, pero además volvía con el número 6 de Alpha Flight -¡también dibujado con Byrne!-, un número del Daredevil de Mazzucchelli post Miller, una nueva entrega de La Masa, perdida en La Encrucijada -aunque en la portada salía una Hulka fatalmente dibujada-, un número de La Patrulla X de Cockrum tras la marcha de Byrne de la colección (snif!), el número 5 de Secret Wars (Zeck molaba también un güevo), un número de Spiderman (¿por qué seguía comprando la colección?) y, por último, uno de Thor con un Walt Simonsson que también estaba haciendo cosas muy chulas y muy rarunas.
Solo por todo esto, merecía la vuelta de las vacaciones... O al menos eso creía entonces este chaval con treinta y cinco años menos.
Original de Fantastic Four #252 con John Byrne como autor completo.
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