Portada de la revista mejicana Comikaze #19
(diciembre, 2012)
Hace unos meses el director de la revista Comikaze me pidió un artículo centrado en el mundo del coleccionismo de orginales. Yo lo titulé EL
COLECCIONISMO DE ARTES ORIGINALES EN CINCO PREGUNTAS y esta sería la primera parte del mismo, centrada en el QUÉ y POR QUÉ:
Podríamos
plantearnos en cinco sencillas preguntas el mundo del coleccionismo
de originales de cómic. Cinco sencillas preguntas cuyas respuestas,
sin embargo, no lo son para nada fácil, pero que intentaremos
responder de forma más o menos objetiva. Estas cuestiones serían:
¿qué? ¿por qué? ¿dónde? ¿cómo? y ¿cuándo? Empecemos con
cada una de ellas…
¿QUÉ
SON LOS ORIGINAL ART?
Antes
de meternos en materia, tendríamos que aclarar en qué consistiría
este tipo de coleccionismo. Originales, comic art, artes, lámina,
original art… Páginas de cómic en definitiva, pero no
exclusivamente ya que también entrarían en esta definición desde
tiras de prensa a sketches de convenciones, desde portadas de cómic
a commissions (encargos) a los autores.
A
estas alturas todos sabemos que los cómics no los hace un ordenador
–aunque bien es verdad que hoy en día cada vez más interviene en
su realización-. Un señor se sienta delante de una mesa de dibujo y
cuadricula una hoja de papel, planifica las viñetas, dibuja en su
interior, primero a lápiz para posteriormente pasar a entintar esos
dibujos. El resultado es el original de la página de cómic que
posteriormente será publicada, coloreada directamente o
infográficamente. Y si estamos en el primer caso, el original
incluiría ese coloreado. Éste ha sido más o menos el proceso que
se ha seguido desde sus inicios en prensa a finales del siglo XIX
hasta nuestros días. Desde Richard F. Outcault o Windsor McCay hasta
el artista más hot del momento, llámese Frank Quitely, Jim Lee o
Eduardo Risso.
Frank Miller en una convención norteamericana a finales de los 70. Fijénse en la tabla de precios.
¿POR
QUÉ COLECCIONAMOS ORIGINALES DE COMIC ART?
Hollywood
y el mundo del cómic están cada vez más unidos. Y ya no sólo
hablamos del nuevo filón argumental de adaptaciones
cinematográficas. ¿Por qué George Lucas o Steven Spielberg
coleccionan comic art? ¿Por qué lo hace Nicolas Cage? ¿Y Guillermo
del Toro?
Las
razones podrían ser variadas. Por nostalgia, como inversión, por
mero gozo y disfrute estético, como proceso didáctico de saber cómo
se ha conseguido tal o cual efecto gráfico… Ésas podrían ser las
principales razones. Todas muy respetables en su conjunto y alguna
discutible en particular. Aclarado esto, podemos analizar-más o
menos- los motivos que nos llevarían a adquirir estas piezas que
durante mucho tiempo no tenían mercado comercial y los autores no
sabían qué hacer con ellas en casa cuando las editoriales no se
adueñaban de él.
Coleccionar
por nostalgia.
La
añoranza, el recuerdo de aquel cómic que leímos cuando éramos
niños, ése podría ser uno de los principales motivos para adquirir
o empezar a coleccionar páginas de cómic. La nostalgia es una
poderosa arma, eso bien lo saben los publicistas. Actúa como una
especie de alquimia o pócima fabulosa para recuperar el tiempo
perdido.
Muchos
hemos empezado en esto del coleccionismo queriendo poseer ese pedazo
de infancia perdida. Queriendo poseer un original de aquel autor que
tanto nos emocionó o de aquel cómic que tantas veces releímos y
releímos. A veces, poco importa a veces la calidad de la página,
del cómic aquel, aquí lo que prima es otra cosa y no entra la
objetividad en juego.
Como
inversión
Teniendo
en cuenta que el cómic sería un tipo más de arte y, por lo tanto,
sujeto al mundo del coleccionismo, las casas de subastas ya pusieron
sus ojos en él a principios de los 90. En los catálogos de
Sotheby´s y Christie´s de aquellos años pueden verse piezas de
George Herriman, Joe Shuster, Frank Frazzetta o páginas de la edad
de plata del comic-book norteamericano de Jack Kirby o Steve Ditko.
Hoy en día, el tiempo les ha dado la razón y los precios alcanzados
en las últimas subastas de Heritage -sumado a las cifras
irracionales que están marcando en los últimos tiempos determinados
dealers- están conduciendo a que, bien por extensión bien por
mimetismo o contagio, los precios que marquen los propios
coleccionistas privados sean tan exorbitados como los del loco
mercado en que nos estamos sumergiendo.
Esta vertiginosa escalada de precios está llevando al mercado del coleccionismo de originales a pagar unos precios escandalosamente especulativos en algunos casos. Y lo peor del caso es que nosotros podemos ser los mismos culpables de ello. Con la excusa de que determinada página sea nuestro anhelado “grial” perdemos el sentido y llegamos a pagar precios de locura y alentamos, y marcamos, de forma peligrosa, como precio de mercado piezas similares.
¿Quién está comprando estas piezas por precios a todas luces inflados? ¿Instituciones privadas acostumbradas a otros mercados de arte? ¿Una docena de coleccionistas privados? Y si es esto último, ¿qué edad tienen? ¿Qué pasará cuando desaparezcan sus opulentas y generosas billeteras? ¿Cuántos no se habrán ahogado en este río de especulación y mercadeo entonces?
Esta vertiginosa escalada de precios está llevando al mercado del coleccionismo de originales a pagar unos precios escandalosamente especulativos en algunos casos. Y lo peor del caso es que nosotros podemos ser los mismos culpables de ello. Con la excusa de que determinada página sea nuestro anhelado “grial” perdemos el sentido y llegamos a pagar precios de locura y alentamos, y marcamos, de forma peligrosa, como precio de mercado piezas similares.
¿Quién está comprando estas piezas por precios a todas luces inflados? ¿Instituciones privadas acostumbradas a otros mercados de arte? ¿Una docena de coleccionistas privados? Y si es esto último, ¿qué edad tienen? ¿Qué pasará cuando desaparezcan sus opulentas y generosas billeteras? ¿Cuántos no se habrán ahogado en este río de especulación y mercadeo entonces?
Cada
vez es mayor el número de personas que se introducen en el
coleccionismo de originales como una forma de inversión “segura”.
Hoy invierto tanto y mañana gano tanto más. Alguien decía que
tiene una rentabilidad de un 8% anual. Pero tal vez lo que podríamos
estar haciendo no es otra cosa que crear una burbuja especulativa
similar a la que vivió España en el sector inmobiliario.
Coleccionar
por deleite estético
Igual
que se contempla un cuadro de Van Gogh, un fresco de Diego Rivera o
un dibujo de Leonardo Da Vinci, se puede hacer esto con un sunday del
Príncipe Valiente de Hal Foster o con una ilustración de Frank
Frazzetta. Creo que la respuesta es obvia.
Coleccionar
como proceso de investigación
Los
mismos autores también comparten este gusto por el coleccionismo de
originales, en parte como un elemento de estudio, en parte por el
simple placer de admiración y disfrute de ese arte. Así, el español
Jordi Bernet es un gran admirador de los autores de tiras de prensa
clásicas como Milton Caniff, Frank Robbins o Noel Sickles. Otros
ejemplos los encontramos en Erik Larsen, quien posee una envidiable
colección de piezas de Jack Kirby, o en John Byrne, cuyos gustos van
desde Charles M.
Schulz a Neal
Adams.
CONTINUARÁ...
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