viernes, 26 de abril de 2013

En busca del Santo Grial: Coleccionando originales (Parte Primera)

 Portada de la revista mejicana Comikaze #19
(diciembre, 2012)

Hace unos meses el director de la revista Comikaze me pidió un artículo centrado en el mundo del coleccionismo de orginales. Yo lo titulé EL COLECCIONISMO DE ARTES ORIGINALES EN CINCO PREGUNTAS y esta sería la primera parte del mismo, centrada en el QUÉ y POR QUÉ:


Podríamos plantearnos en cinco sencillas preguntas el mundo del coleccionismo de originales de cómic. Cinco sencillas preguntas cuyas respuestas, sin embargo, no lo son para nada fácil, pero que intentaremos responder de forma más o menos objetiva. Estas cuestiones serían: ¿qué? ¿por qué? ¿dónde? ¿cómo? y ¿cuándo? Empecemos con cada una de ellas…

¿QUÉ SON LOS ORIGINAL ART?
Antes de meternos en materia, tendríamos que aclarar en qué consistiría este tipo de coleccionismo. Originales, comic art, artes, lámina, original art… Páginas de cómic en definitiva, pero no exclusivamente ya que también entrarían en esta definición desde tiras de prensa a sketches de convenciones, desde portadas de cómic a commissions (encargos) a los autores.
A estas alturas todos sabemos que los cómics no los hace un ordenador –aunque bien es verdad que hoy en día cada vez más interviene en su realización-. Un señor se sienta delante de una mesa de dibujo y cuadricula una hoja de papel, planifica las viñetas, dibuja en su interior, primero a lápiz para posteriormente pasar a entintar esos dibujos. El resultado es el original de la página de cómic que posteriormente será publicada, coloreada directamente o infográficamente. Y si estamos en el primer caso, el original incluiría ese coloreado. Éste ha sido más o menos el proceso que se ha seguido desde sus inicios en prensa a finales del siglo XIX hasta nuestros días. Desde Richard F. Outcault o Windsor McCay hasta el artista más hot del momento, llámese Frank Quitely, Jim Lee o Eduardo Risso.

Frank Miller en una convención norteamericana a finales de los 70. Fijénse en la tabla de precios.

¿POR QUÉ COLECCIONAMOS ORIGINALES DE COMIC ART?
Hollywood y el mundo del cómic están cada vez más unidos. Y ya no sólo hablamos del nuevo filón argumental de adaptaciones cinematográficas. ¿Por qué George Lucas o Steven Spielberg coleccionan comic art? ¿Por qué lo hace Nicolas Cage? ¿Y Guillermo del Toro?
Las razones podrían ser variadas. Por nostalgia, como inversión, por mero gozo y disfrute estético, como proceso didáctico de saber cómo se ha conseguido tal o cual efecto gráfico… Ésas podrían ser las principales razones. Todas muy respetables en su conjunto y alguna discutible en particular. Aclarado esto, podemos analizar-más o menos- los motivos que nos llevarían a adquirir estas piezas que durante mucho tiempo no tenían mercado comercial y los autores no sabían qué hacer con ellas en casa cuando las editoriales no se adueñaban de él.
Coleccionar por nostalgia.
La añoranza, el recuerdo de aquel cómic que leímos cuando éramos niños, ése podría ser uno de los principales motivos para adquirir o empezar a coleccionar páginas de cómic. La nostalgia es una poderosa arma, eso bien lo saben los publicistas. Actúa como una especie de alquimia o pócima fabulosa para recuperar el tiempo perdido.
Muchos hemos empezado en esto del coleccionismo queriendo poseer ese pedazo de infancia perdida. Queriendo poseer un original de aquel autor que tanto nos emocionó o de aquel cómic que tantas veces releímos y releímos. A veces, poco importa a veces la calidad de la página, del cómic aquel, aquí lo que prima es otra cosa y no entra la objetividad en juego.

Catálogo de Sothebys del año 1993

Como inversión
Teniendo en cuenta que el cómic sería un tipo más de arte y, por lo tanto, sujeto al mundo del coleccionismo, las casas de subastas ya pusieron sus ojos en él a principios de los 90. En los catálogos de Sotheby´s y Christie´s de aquellos años pueden verse piezas de George Herriman, Joe Shuster, Frank Frazzetta o páginas de la edad de plata del comic-book norteamericano de Jack Kirby o Steve Ditko. Hoy en día, el tiempo les ha dado la razón y los precios alcanzados en las últimas subastas de Heritage -sumado a las cifras irracionales que están marcando en los últimos tiempos determinados dealers- están conduciendo a que, bien por extensión bien por mimetismo o contagio, los precios que marquen los propios coleccionistas privados sean tan exorbitados como los del loco mercado en que nos estamos sumergiendo.
Esta vertiginosa escalada de precios está llevando al mercado del coleccionismo de originales a pagar unos precios escandalosamente especulativos en algunos casos. Y lo peor del caso es que nosotros podemos ser los mismos culpables de ello. Con la excusa de que determinada página sea nuestro anhelado “grial” perdemos el sentido y llegamos a pagar precios de locura y alentamos, y marcamos, de forma peligrosa, como precio de mercado piezas similares.
¿Quién está comprando estas piezas por precios a todas luces inflados? ¿Instituciones privadas acostumbradas a otros mercados de arte? ¿Una docena de coleccionistas privados? Y si es esto último, ¿qué edad tienen? ¿Qué pasará cuando desaparezcan sus opulentas y generosas billeteras? ¿Cuántos no se habrán ahogado en este río de especulación y mercadeo entonces?
Cada vez es mayor el número de personas que se introducen en el coleccionismo de originales como una forma de inversión “segura”. Hoy invierto tanto y mañana gano tanto más. Alguien decía que tiene una rentabilidad de un 8% anual. Pero tal vez lo que podríamos estar haciendo no es otra cosa que crear una burbuja especulativa similar a la que vivió España en el sector inmobiliario.

Coleccionar por deleite estético
Igual que se contempla un cuadro de Van Gogh, un fresco de Diego Rivera o un dibujo de Leonardo Da Vinci, se puede hacer esto con un sunday del Príncipe Valiente de Hal Foster o con una ilustración de Frank Frazzetta. Creo que la respuesta es obvia.

Coleccionar como proceso de investigación
Los mismos autores también comparten este gusto por el coleccionismo de originales, en parte como un elemento de estudio, en parte por el simple placer de admiración y disfrute de ese arte. Así, el español Jordi Bernet es un gran admirador de los autores de tiras de prensa clásicas como Milton Caniff, Frank Robbins o Noel Sickles. Otros ejemplos los encontramos en Erik Larsen, quien posee una envidiable colección de piezas de Jack Kirby, o en John Byrne, cuyos gustos van desde Charles M. Schulz a Neal Adams.


CONTINUARÁ...

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