"Sus primeras historietas tenían un sentido diabólico: era el niño que iba suelto por el mundo, incapaz de decir otra cosa que no fuera "Gu" haciendo deliberada y conscientemente el mal", así describía Juan Antonio Ramírez en su libro "La historieta cómica de postguerra" (1975) a uno de los -tropecientos- personajes creados por ese genio -entre otras muchas, muchísimas cosas- que fue el gran Manuel Vázquez. Hablamos (hoy) de Angelito, personaje odiado y querido a partes iguales, luego transmutado en Gu-gú. Odiado por la crueldad y vileza de sus graciosas ocurrencias y querido por su legión de "sádicos" lectores.
Vio la luz en número 170 de la segunda época de la revista Tío Vivo allá por el año 1964. Tres años más tarde el personaje ya empezaría a dulcificarse más eso sí- por imposición que por convencimiento. El Ministerio de Información y Turismo franquista estableció un decreto donde marcaba no sólo lo que se podía publicar en las revistas infantiles y/o juveniles, sino también lo que era estrictamente impublicable. Así que Angelito se adaptó más a la naturaleza (irónica) de su nombre y, gracias a lápices, tizas y rotuladores mágicos varios, sus historietas emprendieron un giro más amable y pasó a convertirse en una especie de vengador justiciero.
Comenta Antoni Guiral que "Vázquez respondió a la precariedad argumental y conceptual impuesta por la Censura con el ingenio, aportándole a Angelito un humor surrealista y dotándola de un innovador ambiente fantástico e incluso de un agudo halo poético".
En una entrevista a Vázquez por Tino Reguera en Krazy Comics nº14 (noviembre, 1990), a la pregunta de ¿No tienes ningún cariño especial por ninguno de estos personajes?, contestó: "No, sólo por Anacleto,
lo que pasa es que hasta a éste me lo fastidiaban y, además, si hacías
algún gag que mereciera la pena, luego pasaba a ser propiedad de otros.
Por ejemplo, el Angelito Gugú era uno de mis personajes más entrañables pero es que de la teoría a la práctica hay un abismo. Gugú nació
siendo un hijo de puta, era un verdadero terremoto, iba a hacer daño, a
joder al personal. Desde el principio estuvo prohibidísimo, tenía que
ser un niño bondadoso y abandonado. Lo mismo con las Hermanas Gilda,
con la una siempre fastidiando a la otra por el novio. Como no estaba
permitido que tuvieran novio, tenía que sacarlas al campo, como al Angelito o a la Abuelita Paz,
que destrozaba cuanto tocaba con toda la bondad del mundo. El recurso
era llevar a todos los personajes al campo; la censura de la época no te
permitía coger cariño a nada. Los únicos que tenían algo más de
libertad eran Angelito y el Tío Vázquez, con ellos me podía esmerar un poco más. Toda la culpa la tenía la censura, porque si no todos los personajes son buenos."
Pero Vázquez, un autor que no solía trabajar de forma regular en sus series, pronto dejó un tanto desamparado a Angelito, y a partir de 1970 fueron contadas las nuevas diabluras del pequeñajo y éste se convertiría en pasto de las habituales y múltiples reediciones de Bruguera. De reediciones publicando material antiguo y de remontajes de páginas o, incluso, de nuevas aventuras de este travieso infante pero no contadas por Vázquez.
El toque mágico de Bruguera podía convertir una página cualquiera de Angelito
en una portada del Tío Vivo
La editorial cerraría sus puertas en 1986. El cierre de Bruguera dejó a muchos trabajadores en la calle, autores incluídos. Muchos acabaron en la revista Guai! de Ediciones Junior -Escobar, Raf, Martz Schmidt, amén de Ibáñez, quien ya había abandonado Bruguera en 1985-; otros -Rovira, Esegé, Gosset, Carrillo o el propio Vázquez- encontraron trabajo en Compañía General de Ediciones, publicando para las revistas Garibolo y Bichos.
Así, Vázquez dibujaría nuevas entregas en la revista Bichos, aunque ahora Angelito sería rebautizado -para evitar problemas legales- como "Gu-gú". A su vez, ese Gu-Gú pasaría a ser publicado por el Grupo Zeta a través de Ediciones B, dueña del fondo Bruguera, con recopilatorios bajo dicho nombre en lugar de Angelito.
Pero poco a poco Vázquez se decantaría por contar historias más adultas y su interés se centró en otras series donde desarrollaría propuestas totalmente novedosas (Las cartas boca arriba), transgersoras (Don Cornelio Ladilla) o sencillamente de absoluta maestría (Gente Peligrosa o ¡¡Vámonos al Bingo!!). Pero de esta etapa de Vázquez ya hablamos aquí o aquí.
Me gustaba a mi el Angelito este. Salio hace tiempo un volúmen de Magos del Humor dedicado a él, ¿verdad? Me encantaría conseguirlo.
ResponderEliminarBueno, pues no sé si siguen saliendo los Magos del Humor, yo me pillé el Clásicos del Humor de Agelito, que salió en los quioscos hace un par de años...
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