Francisco Ibáñez (1936-...), además de ser el creador de personajes del tebeo tan conocidos como
Mortadelo y Filemón,
Rompetechos,
La Familia Trapisonda,
Pepe Gotera y Otilio,
El Botones Sacarino o
13 Rue del Percebe, es responsable también de otros menos populares
El escudero Bartolo,
Godofreo y Pacualino,
El doctor Esparadrapo,
Uhu y el niño Prudencio y, por citar sólo uno más,
Don Pedrito.
Portada de la revista Tío Vivo nº248 (1965)
"Está como nunca... ¡Fundador!" era una frase publicitaria muy popular en la España de hace cinco lustros. Se trataba de la marca de un brandy de las Bodegas Domencq, Fundador, un elixir que entre finales de los años cincuenta y principios de los sesenta del siglo XX fue objeto de una machacona campaña de publicidad en radio, televisión y discos de vinilo. El símbolo promocional de Fundador era un curioso personaje, un señor bajito, calvo y con bigote que era conocido como "el hombre Fundador". "En la tele", señala Ibáñez, "el muñeco tenía mucha gracia, era un simpático cabezón que se paseaba desde el fondo hacia el primer plano de la pantalla, sacándose el sombrero".
Aquel personajillo cobró vida hisotorietística en el nº 185 de la segunda etapa de Tío Vivo (1964), pero, atención, habla Ibáñez: "El caso de Don Pedrito fue un poco singular, porque no era una historieta publicitaria, no anunciaba nada; Bruguera, sencillamente, compró los derechos del personaje del anuncio televisivo de Fundador". El nombre, don Pedrito, fue ideado desde la redacción de la editorial, y el encargo recayó en manos de Ibáñez, por entonces un joven humorista de 28 años. Don Pedrito, que está como nunca apareció casi siempre en la portada de Tío Vivo; pero, ¿una serie inspirada en un brandy como portada de una revista juvenil? Queda dicho que no se trataba de promocionar una bebida alcohólica, pero la iniciativa tiene algo de rocambolesca.
En realidad, la serie, más allá de la evidencia que signficab el físico del personaje y la frase del subtítulo, no invitaba precisamente a consumir alcohol. Don Pedrito era una de aquellas tantas criaturas de los tebeos Bruguera que, sin oficio ni beneficio, deambulaba por las calles cruzándose con amigos y conocidos, mostrando sus habilidades y debilidades esquivando las tretas de Ofelia para convertirlo en su prometido. Don Pedrito, que está como nunca era una serie de humor menos salvaje que Rompetechos, algo más apta para el lector infantil, aunque con un toque de surrealismo.
El protagonista era u hombre torpe y bienintencionado que, en su búsqueda de trabajo, destacará en empleos que se beneficiarán de su, digamos, espectacular testa. Ibáñez utiliza este recurso humorístico de forma reiterada a partir de 1966.
Como ocurriera con otras series de Ibáñez, a partir de 1967 las páginas de Don Pedrito, que está como nunca pasan a otras manos, sobre todo las de Blas Sanchís, dibujante camaleónico que ya se habái ocupado de escribir y dibujar personajes Ibáñez.
Texto extraído del libro "El Universo de Ibáñez" (Ediciones B, 2009) de Antoni Guiral.