Hoy reproducimos uno de los textos dedicados al mundo del coleccionismo que viene publicando Jaume Vaquer en la revista DOLMEN:
Creo que es difícil discutir que John Byrne fue una figura fundamental del comic americano
entre finales de los años 70 hasta la llegada de los 90. Sus trabajos en series como X-Men,
Fantastic Four o Superman son puntos álgidos de esas colecciones. Sus portadas eran una
forma segura de conseguir unas ventas más en títulos que estaban en las últimas, como Power
Man and Iron Fist.
La página que he elegido es de uno de sus primeros números de Fantastic Four. Para aquellos
interesados en estos datos, se subastó por 2270 dólares el año 2016, no es un mal precio. El
motivo de mi selección no es tanto el dibujo, como el contenido.
Me explico. De Byrne podemos hablar tanto como dibujante como guionista. Pero creo que
hay algo que es de lo que se habla menos y que creo que es fundamental en ambos aspectos:
el Byrne fan. Me parece muy evidente que cuando Byrne empezó a escribir sus historias, tenía
muy presentes los comics que había leído de joven, que habían hecho historia y que le habían
marcado.
Y Byrne quiso también hacer historia y marcar a sus lectores. Quiso jugar con todas las
posibilidades del Universo Marvel. De ahí que usase a Cabeza de Martillo, un clásico enemigo
de Spider-Man, contra la Antorcha Humana. Una pelea nunca vista, algo novedoso y original en
un mundo donde los villanos se repiten más que el ajo, mientras nos cuenta un relato sobre la
pena de muerte y las limitaciones que pueden llegar a tener los héroes. O que nos enseñase
por primera vez a la famosa tía Petunia de Ben Grimm, la Cosa. O que rompiese la relación de
éste con Alicia Masters. O que ésta se convirtiera en la pareja de la Antorcha Humana. O que
Hulka llegase al grupo.
Uno de sus puntos fuertes como guionista es que conocía perfectamente la historia, los
personajes del Universo Marvel, también el de DC, pero sobre todo el Marvel. Esto hacía que
supiera cómo sorprender a los lectores, indignando a más de uno seguramente, rompiendo sus
expectativas de años. A veces sus ideas no se llevaban a la práctica de la mejor de las maneras,
en ocasiones eran más explicadas que desarrolladas, pero las premisas eran impactantes. Igual
por eso, cuando empezó a hacer obras propias, el interés no era el mismo. Y puede que por
este elemento de fan clásico, en uno de sus regresos a Marvel, su interés fuera recuperar a
Spider-Man o la Patrulla-X de años ha, porque eran los personajes que quería y conocía, con
los que le apetecía trabajar.
Y puede que fuera por eso por lo que cuando se encontró con una respuesta tibia de ventas y
críticas a esas obras, las ganas de seguir haciendo comics le desaparecieran y prefiriera hacer
comissions con los personajes que siempre le habían gustado, en las épocas que le
interesaban, los personajes clásicos de siempre. O incluso hacer comics para él y sus lectores
más acérrimos con su Patrulla-X siguiendo donde la dejó.
Sin ese factor fan, Byrne no dibujaría los personajes de Marvel o DC de un modo tan canónico
ni sería el guionista que nos sorprendió tantas veces. Sería un grandísimo dibujante y un
guionista correcto y entretenido, pero no el autor en el que pensamos cuando hablamos de
John Byrne.
Texto aparecido en la revista DOLMEN#10 (abril de 2021), número especial centrado en el trabajo de John Byrne en la década de 1980.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
ARTcomentario