domingo, 23 de octubre de 2022

Restaurar o no restaurar, esa es la cuestión.

¿Acaso pierde valor un Tiziano cuando lo restaura el Museo del Prado?, me respondía mi amigo Antonio. A lo que yo añadía:"Si ayuda a recuperar la obra y a frenar su deterioro, lo revaloriza."

Y es que el asunto de la restauración de una pieza es un asunto peliagudo y nada consensuado, no crean. Desde que empezara a practicarse allá por finales del siglo XIX, la cosa ha ido casi por modas, escuelas y criterios enfrentados en las mayoría de los casos. Pero incluso los restauradores profesionales Del Prado se plantean una serie de preguntas¿se opta por conservar sin añadir nada?, ¿se le devuelve el aspecto original a la obra?, ¿se repinta?, ¿pigmentos naturales o sintéticos?, ¿se opta solo por conservar?,...  Hablamos no ya de intervenir o no una obra de arte, sino también del cómo.

Y todo esto viene a cuento de este original. El papel aún mantenía su estado original, no había amarilleado; pero, como se puede observar, existía otro deterioro aún más grave: había líneas de tinta muy desvanecidas o casi desaparecidas.


Efectivamente, el autor, Gil Kane había empleado rotuladores con diferentes grados alcohol y ya sabemos que la luz y el alcohol se llevan fatal. Siendo fiel al estilo y trazo del autor. Todo parecía indicar que exigía una intervención directa. Es decir, para evitar la desaparición de estas líneas de tinta y evitar que, con el tiempo, otras muchas fueran por el mismo camino, había que entintarlas de nuevo. La cuestión era quién se podría encargar de esta intervención y que no acabara la cosa como el trafico-cómico Ecce Homo de Borja.

Por lo tanto, encargarle la restauración a un especialista fue una primera opción; sin embargo, se optó finalmente por buscar dentro del campo del noveno arte a un entintador profesional. Uno que respetara en todo momento la línea y el trazo del autor original y no incorporara "añadidos". Tras barajar algunos de ellos, se contactó con Juan Manuel Muñoz Chueca, un profesional del medio vinculado al mundo del tebeo y las series de la Editorial Bruguera, especialmente a Mortadelo y Filemón. En un principio se podría pensar que lo superheroico y tebeo brugueriano están en las antípodas, pero, señores, una línea es una línea, un trazo y un curva, lo mismo, representen lo que representen en su estadio último. Y se buscaba a alguien que entendiera eso y lo respetara sin aportar reinterpretaciones. Y creo que se acertó con la elección final. Juzguen ustedes, pero creo que se ha realizado un trabajo impecable recuperando este original y devolviéndole su aspecto más exacto al que tuvo cuando salió de la mesa de Kane.

Resultado final de la intervención a cargo de Juan Manuel Muñoz

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