sábado, 8 de diciembre de 2018

Shang-Chi, el hijo de Fu Manchú

Creo que nunca he contado la historia de aquel grupo de chavales obsesionados con los tebeos de Shang-Chi. Aquel era una pandilla curiosa. Uno de ellos practicaba kárate y a la salida del gimnasio intercambiaba sus cómics de Shang-Chi con un amigo que de mayor quería ser Bruce Lee. De hecho, se había montado y todo una sala de pesas en su dormitorio. No aprobaba ni una en el insti, pero se sabía con nota todo lo relacionado con su maestro. El grupo lo cerraban dos vecinos del barrio que eran los que repartían el bacalao. Uno de ellos hacía negocio con el intercambio de esos cómics cuya cabecera rezaba en letras gigantes "ARTES MARCIALES". El otro vecino, amigo íntimo del primero, aprovechaba la cercanía para saltarse la cola de turnos y se empapaba de golpes mortales y patadas imposibles el primero. Sí, algún día contaré la historia de este grupo de amigos que se peleaban con tener un padre llamado Fu Manchú.


Portada de Relatos Salvajes Artes Marciales nº 32,
obra de Rafael López Espí

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