Una de las páginas que recibí el otro día en ese paquete de Jim Warden era ésta, la del FF #287. Y precisamente me va a servir para hablar de uno de los puntos fuertes de este autor, el “storyteller” o “cómo contar una historia”. Al menos eso destacaba de Byrne su amigo Roger Stern entre otros. Esta página de Los 4F es un perfecto ejemplo de ello.
La última etapa de Byrne en Los 4 F, sobretodo en lo que respecta a los números finales del todo, se caracterizaron por ser muy desiguales entre sí. En parte ello se debío por la continua retahíla de entintadores que desfilaron por sus páginas. Tras unos números muy correctos entintados por Al Gordon, en el #286 reaparece Jean Grey y con ella Terry Austin -evidente guiño a los viejos fans, diría uno; hábil truco publicitario, dirán otros-. Y tras este pequeño paréntesis un clásico de la serie, Joe Sinnot, se hace cargo de las tintas durante los siguientes números. Entre ellos al que pertenece esta página, el #287.
La última etapa de Byrne en Los 4 F, sobretodo en lo que respecta a los números finales del todo, se caracterizaron por ser muy desiguales entre sí. En parte ello se debío por la continua retahíla de entintadores que desfilaron por sus páginas. Tras unos números muy correctos entintados por Al Gordon, en el #286 reaparece Jean Grey y con ella Terry Austin -evidente guiño a los viejos fans, diría uno; hábil truco publicitario, dirán otros-. Y tras este pequeño paréntesis un clásico de la serie, Joe Sinnot, se hace cargo de las tintas durante los siguientes números. Entre ellos al que pertenece esta página, el #287.
En esta página, sin personajes principales y sin acción alguna, el valor de la misma reside en lo bien contada que está. Nos situa, nos explica y nos expresa todo, y casi podemos decir que sobran los globos y cualquier texto de anclaje. Eso, tanto el Byrne añorado de tiempos atrás como el actual y denostado de hoy en día, lo sabe hacer muy bien. Uno de los aspectos que más han preocupado a Byrne ha sido el contar con dibujos y el que sus historias pudieran "leerse", a grandes rasgos, sólo con los dibujos y la planificación de los mismos. Esto ya ocurría en los tiempos de la Charlton, y es una de las señas de identidad del autor.
Otro valor añadido es el detallado entintado de Sinnot, claro.
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